En el Senado bonaerense se presentó el cortometraje que visibiliza los derechos de los niños y niñas en primera persona.

El objetivo de este proyecto es posicionar a la niñez como tema en la agenda política argentina apelando a acortar las distancias entre los barrios y diferentes sectores de la sociedad. Los pibes y las pibas son protagonistas de su propia historia, sujetos que ejercen sus derechos a pesar de las condiciones y las relaciones sociales de poder económico, político y cultural.

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El texto fue pensado, escrito y trabajado a partir del debate e intercambio de ideas y experiencias de los distintos territorios y sus vidas. Leído por primera vez en la jornada realizada en 2017 en la Plaza San Martín de La Plata.

Te dejamos el Texto completo del cortometraje:
“En nuestros barrios falta más y mejor trabajo, porque los servicios públicos funcionan mal, porque aumentan los precios de los alimentos y, con eso, nuestra pobreza y la desigualdad.

La policía abusa de su poder y nos etiqueta, y no queremos que nos saque de nuestras esquinas. En los barrios se consume mucha droga. Y los que se benefician a costa nuestro están arriba y son unos pocos.

Que haya mejor salud: mejor atención en los hospitales y las salitas.

En nuestro barrio muchas de nuestras casas están a medio terminar, somos varias personas en un mismo lugar, no nos llega el gas, faltan cloacas y agua para tomar. Nos gustaría tener una casa con un patio bien grande, para juntarnos con amigos y amigas.

¡Queremos vivir en un barrio sin basura!

Nos faltan más plazas para encontrarnos y canchitas para jugar, son esos los lugares donde nos sentimos cómodos y cómodas. ¿Saben por qué nos damos cuenta que no se interesan por nuestros barrios? Porque las plazas del centro están mejor cuidadas que las nuestras. Y en el centro siempre hay ferias y cosas para hacer.

Entiendan que necesitamos que haya más trabajo para nuestras familias. No trabajo en negro: que es sin contrato, donde el patrón paga lo que quiere, sin obra social, sin sueldo fijo y sin tener vacaciones. ¡Un trabajo piola!

Que nos reconozcan a los chicos y chicas que además de estudiar, salimos a trabajar para llevar un plato de comida a casa. Queremos que la escuela se adapte a nuestros horarios y a nuestra realidad.

Hay muchos pibes y pibas que no vamos a la escuela, a veces porque no tenemos zapatillas. Las escuelas están en mal estado y con frío no podemos pensar. La escuela es un lugar de contención zarpada, a muchos y muchas nos encanta nuestra escuela, pero algunas veces sentimos que no tenemos los aprendizajes que más nos gustan y disfrutamos más la educación que tenemos en nuestras organizaciones.

En nuestros comedores queremos recibir mercadería de calidad, y porque además necesitamos productos frescos.

Queremos lo que todo el mundo quiere: una mesa siempre llena, y también mucho más postre.

Los medios de comunicación muestran una realidad que no es, nos etiquetan, nos discriminan, nos muestran vagos, malos o delincuentes. Por eso después la gente te ve pasando en moto y dice “ese pibe va a robar”. O a los pibes grandes los ven fumando un cigarro y ya piensan “esos pibes se están drogando”.

¡Queremos que nuestras voces se escuchen también en los medios de comunicación!

Nadie nos tiene que decir cómo nos tenemos que vestir. Nos vestimos como queremos. A ustedes les molesta que seamos de barrio y que usemos visera, pero cada ropa pertenece a una época, la ropa es parte de nosotros y nosotras, y nos identifica.

Los grandes nos enseñan a competir desde muy temprano, sobre todo en la escuela y también en los juegos. Pero nosotros y nosotras descubrimos que podemos cambiar las reglas de los juegos. Los juegos no tienen género ni colores.

Basta de juegos para nenes y juegos para nenas. Un chico puede jugar a las muñecas y una chica a la pelota. Un chico puede usar el rosa y una chica el azul. Elegimos los colores que nos gustan.

Todas estas cosas que venimos a contar nos afectan, nos hacen sentir olvidados y olvidadas, inservibles, como sin valor. A veces, nos sentimos con las manos atadas, sentimos que nos manipulan y nos usan. Todo esto nos da bronca y odio. Afecta nuestros vínculos, y a veces juntamos tanta rabia que nos maltratamos entre nosotros y nosotras, y hasta dejamos de valorar la vida. Pero hoy, no.

Todos y todas participamos en la política y nos gusta saber de qué se trata. Nos gusta hablar de qué vamos a hacer con los gobiernos que gobiernan para que estemos peor. Porque los gobiernos dicen que, como somos chiquitas y chiquitos, no tenemos derecho a saber de política. Y cuando vamos a los municipios a pedir para que hagan una plaza en el barrio, no nos dan bolilla.

Por eso es importante romper eso y defendernos resistiendo. Primero hablando y escuchando, que es como resolvemos los problemas. No a los golpes. Y si tenemos un problema nos tenemos que juntar, no tenemos que ir solos ni solas. Y si después de hablar no nos escuchan, tenemos que ir a hacer quilombo.

No queremos que nos manejen la vida ni que nos elijan el futuro. No queremos que los adultos nos culpen por todo, no queremos que nos encierren ni castiguen. Queremos que no nos griten, que no nos insulten, que no nos reten, que no nos juzguen y que no se enojen. Porque cuando hacemos las cosas bien, tampoco lo reconocen. Que nadie nos quiera explicar nada, mejor que nos pregunten, que nos escuchen, que nos apoyen, que nos alienten. Queremos que nos acompañen y que nos cuiden.

Si no abrís la cabeza, no te crece el corazón. El hambre es un crimen.”